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LECCIONES EN LA NATURALEZA.


 Al tan solo darle una mirada a la naturaleza a nuestro alrededor podremos encontrar una multiplicidad de ejemplos de vida comunitaria en las diferentes especies de animales. Desde los insectos más pequeños hasta los más grandes animales como los elefantes, la jirafa y tantos otros, todos tienen un código de trabajo en equipo que los caracteriza de una manera asombrosa. Hace algunos años una profesora, líder de mi equipo de trabajo en ese tiempo, compartió conmigo un ensayo que revelaba de una manera muy sencilla y al mismo tiempo muy didáctica varios aspectos de la vida de los gansos. Lecciones expresadas en la naturaleza que nos muestran cómo comunidades enteras asumen comportamientos que benefician al grupo completo. Lecciones que nos advierten de los resultados maravillosos que podemos alcanzar cuando perseguimos un bien común.


Los gansos son aves que no vuelan muy alto ni con mucha frecuencia, sobre todo cuando han sido domesticados, de tal manera que pueden encontrar su alimento fácilmente, entonces van perdiendo progresivamente la capacidad de volar; sin embargo, cuando llega el invierno, si no han sido domesticados, emprenden su vuelo en la búsqueda de lugares más cálidos. Al elevarse en los aires alrededor de 6.500 metros, los gansos hacen una formación en forma de V, ya que de esta manera cada vez que una de estas aves mueve el viento con sus alas ayuda a su compañero que va detrás a aumentar su velocidad. Se calcula que cada pájaro aumenta en un 70% el poder de sus alas al batir el viento, que si el ave volara sola o en otra posición. Como por ejemplo, si volaran en línea recta una al lado de otra o una detrás de otra.


He aquí la primera lección que nos ofrecen los gansos: Cuando compartimos un mismo objetivo, cuando nos dirigimos en la misma dirección, actuando en favor del bien común y no de individualidades; entonces, potenciamos el poder de nuestro trabajo y nuestros esfuerzos se ven multiplicados. Cuando tenemos la consciencia que la posición de cada uno no solo nos beneficia de manera personal, sino que es estratégica para beneficiar tanto al más próximo como el más distante del grupo; entonces, actuamos con fidelidad asumiendo con valor la posición que el grupo nos ha designado. Porque además, sabemos que si cada uno de los designados asumen la misma actitud no estaremos solo en la prosecución de nuestra meta, nos estaremos apoyando unos a otros.


Cuando observas a los gansos volando juntos en forma de V puedes extasiarte en la perfección de su formación. No obstante, si hay alguno un poco testarudo que decide hacer el viaje por su cuenta, al salirse de la formación inmediatamente aprende que el fastidio de ir en la posición asignada es reemplazado por una fuerza de resistencia del aire que aumenta en un 70%; esta vez, no a favor de él sino en su contra. De tal manera que rápidamente recapacita acerca de los beneficios que le aporta esa formación, la cual lo destituye de la posición del ego y lo enlaza a la posición comunitaria en la que todos se benefician por igual. No es fácil salir del invierno solos. Cuando vamos juntos, en armonía, en la misma dirección, compartimos las cargas y potenciamos nuestras fuerzas.


Como en todos los grupos y comunidades siempre están los que ocupan posiciones estratégicas de poder, de inteligencia. Sin embargo, los líderes también se agotan, también necesitan tiempos de descanso. Si han sabido compartir la visión, el grupo entero sabrá a dónde dirigirse y ellos podrán ser reemplazados. Así como hacen los líderes de los gansos cuando se cansan; se van a una posición atrás y otro ganso toma su lugar. Si siempre tienes la carga de los trabajos más difíciles y estresantes, en algún momento irremediablemente saldrás de la formación para ir a obligadamente a descansar.


Otra actitud muy curiosa, pero indudablemente alentadora, de los gansos es cuando comienzan a hacer vítores, con ese graznido peculiar a los que van delante para que no desmayen batiendo sus alas contra el viento, en esa primera línea al frente de batalla. Lo cual nos recuerda que una palabra de reconocimiento siempre alentará el alma de aquellos que se desgastan a sí mismos por el bien de todos. No podemos ir por la vida con la actitud del que todo se lo merece; pensando que los otros están haciendo lo que les corresponde, lo que tienen que hacer, mientras nosotros solo exigimos y se nos quedan las palabras de gratitud y aprobación atrapadas en nuestras gargantas.


Muchas veces nos dejamos vencer por el mal. El vuelo que los gansos emprenden juntos lo siguen hasta el final, sin dejar atrás a ninguno de los que van en su formación. A veces, en el camino de la vida abandonamos a otros cuando más nos necesitan. Olvidamos que nosotros también podríamos ser heridos en el camino, que en algún momento podríamos necesitar una mano que se extienda para ayudarnos. Dentro del grupo de gansos hay un código de ética y honor que trasciende la comprensión del comportamiento de estas aves. Si alguno del grupo se enferma o si de alguna manera resulta herido, entonces dos compañeros se salen de la formación con él y lo acompañan hasta que se mejora o muere. Entonces, emprenden de nuevo su vuelo en otro grupo, con la garantía que tendrán con ellos el mismo cuidado que ellos han tenido con sus compañeros.


“Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo.

Si caen, el uno levanta al otro.
¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!

Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse?

Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir.
¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!

Eclesiastés 4:9-12.


Rosalía Moros de Borregales

rosymoros@gmail.com

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