Nicolás, mira lo que le pasó a Nicolás
Hoy mi artículo fue sacado de la sesión de Opinión de El Universal. En la mañana estuvo en la web y fue twiteado por El Universal y unas cuantas personas. Luego lo sacaron de la web. Este artículo es la historia de lo que le pasó a un sobrino por marchar y protestar en "democracia libre y protagónica". Les pido que me ayuden a difundirlo por todas las redes para que se sepa la verdad de lo que la GNB ha hecho a nuestros jóvenes y la verdad sobre la libertad de expresión en Venezuela en el gobierno de Nicolás Maduro.
Dedicado a Nicolás
¡No hay nada que quisiera más que quedarme en Venezuela! Son las palabras que más me impactan de este joven de 17 años. Su amor por nuestro país es tan grande como su corazón; a pesar de haberle visto la cara a la muerte en medio de una de las
tantas protestas que llevaron a cabo los jóvenes venezolanos, su pasión por la patria permanece intacta. La lesión por la que lleva varios meses caminando con dificultad no le ha
quebrantado su espíritu. Nicolás es una digna representación del coraje con el que cientos de jóvenes venezolanos han expresado su amor por nuestro país.
Empezó a marchar en febrero de este año motivado por la aplastante frustración que le producía toda la represión de las autoridades
en contra de los manifestantes. Cada muerte se convirtió en un impulso para salir a la calle. _ Amo a la gente de este país, amo su cultura, su comida, la manera en que son capaces de sacarle
un chiste a los malos momentos, me expresa. Como quien se confiesa, también me cuenta que cuando se tomaban de las manos cantando el Himno
Nacional lo embargaba un sentimiento tan profundo que siempre se le ‘aguaban los ojos’.
Al escucharlo, no
tardo en sentir como se humedecen también los míos, como afloran en mi
los mismos sentimientos que hicieron a Nicolás vivir esta historia, entre tantas historias no contadas. Como la que
le refiere el médico especialista en
una de sus sesiones de terapia para restituir la lesión
del nervio ciático postero-lateral
que ahora le impide la marcha normal. La de aquel hombre que fue brutalmente
golpeado por la GNB, quienes creyéndolo muerto lo
lanzaron por un barranco, pero el asta de una bandera lo mantuvo colgando… Hoy asiste al mismo lugar que Nicolás para ser tratado de sus lesiones.
Era el 26 de abril,
comenzó
a marchar en Chacao rumbo a Santa Fe. Al ser
advertidos de la presencia de las autoridades represivas decidieron tomar los
caminos verdes. Al llegar a Santa Fe fueron emboscados por la GNB, en su
desesperación corrieron penetrando
el barrio a la orilla de la autopista; subiendo escalinatas, saltando de un
techo a otro, esquivando perros bravos, bombas lacrimógenas, toda clase de maldiciones y hasta personas que con machetes les
amenazaban para que no entraran en sus casas.
En la carrera en la
que sus piernas trataban de alcanzar al latido de su corazón pudo constatar una vez más que Venezuela es un país dividido; oyó a algunas personas que parecían extender su mano de ayuda llámandolos para esconderlos en sus casas, pero luego mostraban la mano
de la traición llamando a la GNB
para descubrirlos. Confió en una señora que les dijo que no hicieran ruido
porque su vecina era chavista, pero ya era tarde, se escuchó una voz decir: _ Por aquí están. E inmediatamente
apareció
un guardia apuntándolos con una 9
mm.
Trató de continuar la huida, pero al trepar para luego saltar se quedó enganchado. Para ese momento ya habían llegado otros efectivos, se dejó caer al piso. Fue sometido junto con otros; allí los patearon, los golpeaban en la cabeza con las cachas de las
pistolas, mientras vociferaban: _ malditos sifrinos. Era imposible cubrirse,
los golpes eran de todos para todos, venían de todas las direcciones, no respetaban órganos vitales, mucho menos el grito de su voz: _ Soy menor de edad,
soy menor. De repente, llegó la salvación, era un jefe: _ Ya,
ya, déjenlos. Pero mientas los subalternos obedecían la orden, el jefe se convirtió en el verdugo prodigando los golpes.
Suspira profundamente,
como quien trata de aliviar una gran angustia. Me cuenta que el agente que lo
llevaba tenía algo de sobrepeso,
lo cual le impedía moverse con rapidez.
La intrincada arquitectura del lugar obligaba a que se subieran a un muro. _ Súbete tu primero y si corres te mato. Subió, pensó en su vida, entonces también saltó al techo próximo y de ese al
siguiente. Escapó de un guardia, pero en
la huida se encontró con otro. A la voz de
alto, no se detuvo, estaba decidido a salvar su vida. Volvió a saltar mientras una lluvia de balas trataban de alcanzarlo. Esta
vez, el recorrido de la caída se sintió más largo, la caída más fuerte.
Mira Nicolás, es confuso explicar la altura desde la que el Nicolás de esta historia saltó. Me dijo que entre
todos los muros que trepó y saltó ese día, ese último pareció ser el más alto de todos. Uno
de los chamos que lo vio, le dijo a su mamá que Nicolás había saltado como desde un tercer piso. El salto lo salvó de caer en las manos de la GNB, de sufrir las torturas que muchos han
vivido. Confiamos en Dios que también se salvará de esta lesión, que pronto volverá a caminar con la destreza de su edad. ¡Mira
Nicolás, lo que le pasó a Nicolás!
“Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; mas cuando domina el
impío, el pueblo gime”.
Prov. 29:2
Rosalía Moros de Borregales
@RosaliaMorosB
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