EL TOQUE DE DIOS
¿Alguna vez te has sentido triste, decaído, sin
fuerzas para seguir luchando y de repente alguien pone su mano sobre tu hombro
mientras pronuncia algunas palabras que parecieran infundirte aliento? ¿Alguna
vez te has encontrado con los ojos de alguien, cuya mirada te estremece
hablándole a tu corazón en un lenguaje que no puedes precisar pero que es capaz
de tocar la fibra más profunda de tu alma? ¿Alguna vez contemplaste el inmenso
cielo azul y en una inhalación profunda sentiste que el corazón se te llenó de
puro amor?
¿Alguna vez el sonido de la carcajada de un niño,
junto con su sonrisa de pequeñitas piedras incipientes se convirtió en una
melodía que te llenó de ternura el corazón? ¿Alguna vez viste un cuerpo
doblegado por los años, con una cabeza cubierta como de blanca espuma,
caminando con pasos torpes y al mirar su rostro te encontraste con la bondad?
¿Alguna vez miraste a un ser desconocido y tu corazón fue movido para abrir tus
manos con alguna dádiva? ¿Alguna vez sufriste con el dolor de alguien ajeno a
tu vida, y tus lágrimas se convirtieron en un lazo de hermandad? ¿Alguna vez al
mirar el océano infinito sentiste que toda la grandeza de la naturaleza llenó
tu pequeñez?
Dios puede presentarse en el camino de tu vida en
cualquier momento. El puede estar por allí, en el lugar que menos esperaste
encontrarlo; en una persona conocida, en alguien de tus afectos. El puede
llegar vestido de un desconocido, una persona fortuita, que aparece para
bendecirte aunque quizá no vuelvas a encontrarla. Aunque Dios es luz, su visita
puede llegarte en medio de la más grande oscuridad; si lo invitas a quedarse no
te dejará jamás. Si tu corazón lo anhela, si desde lo más profundo de tu alma
invocas su nombre, allí en medio de la angustia, en medio del odio que te rodea
su amor puede surgir para vencer la oscuridad, para estrecharte en el abrazo
del hermano distante.
¡Dios está muy cerca! Nosotros hemos estado muy lejos;
nos hemos perdido a plena luz del día. Somos como errantes mientras el camino
ha sido trazado para nosotros desde hace mucho tiempo. La bondad se ha
desdibujado de nuestros rostros, hemos cerrado el corazón al amor para darle
cabida al odio. Hemos cerrado las manos limpias, abiertas, creativas; las manos
que alivian, que sanan, que construyen en un puño que golpea, hiere y mata al
hermano. Sin embargo, Dios sigue estando muy cerca, a la distancia de una
oración de un corazón arrepentido. De un corazón capaz de mirarse a sí mismo
para reconocer ante su imposibilidad el poder infinito de Dios; ante la dureza
de su soberbia, el grandioso amor magnificado en la cruz.
Porque es allí, en la cruz, donde todo su amor se
despliega ante nosotros. Es en la cruz donde entendemos que su amor por el
mundo fue tan inmenso que se convirtió en el cordero de Dios, entregando su
vida por ti y por mi, prometiéndonos que si creemos en El no estaremos perdidos
sino que tendremos vida. Cuando venimos a Cristo, cuando nuestro corazón se
rinde ante El, entendemos entonces que su amor es invencible, la fuerza más
poderosa del universo para vencer al mal.
¡Dios está cerca! Quizá tu corazón ha estado lejos.
Mira atrás, el camino por el cual has andado; quizá tocó tu hombro en muchas
oportunidades, quizá te miró a través de algunos ojos, te sonrió en aquellos
dientecitos, te envolvió en el abrazo de alguien, te llenó las manos vacías con
la bondad de un amigo. Quizá antes no lo reconociste cuando caminó a tu lado.
Pero observa ahora, con un corazón humilde; ahora sí podrás reconocerlo, sentir
su toque divino y decidir caminar con El para siempre.
No lo olvides, Dios no está lejos, es tu corazón que
no ha estado cerca. Te ha tocado infinidad de veces. La próxima vez que pose su
mano sobre tu hombro no lo dejes pasar.
Rosalía Moros de Borregales
rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB
IG:@letras_con_corazon
FB: Letras con corazón
#reflexionesparavenezuela
Comentarios
que el Señor te siga bendiciendo