EL CRISTIANO ANTE LA HOMOSEXUALIDAD
El cristiano ante la homosexualidad.
Son las 6 de la
tarde, mamá está preparando la cena y al mismo tiempo
ayudando a su pequeña hijita de siete años a hacer la tarea. La mamá dice: _ Hija, la maestra quiere que
hagas un dibujo de tus amiguitos con sus mamás en la fiesta del día de la madre
en el Cole _. La niña a la mamá: _ Ok Mami. ¿Puedo
usar todos los colores? _
Claro, así te queda más bonito _
. Al rato, la niña trae su dibujo con gran entusiasmo, la madre lo ve, hay
cuatro figuras que se reconocen claramente como mujeres, llevan faldas,
cabellos largos y carteras en el hombro. Otra figura es absolutamente
masculina. También están dibujadas tres figuras femeninas más pequeñitas y dos
que parecen niños. _A ver, le dice la mamá. _ Cuéntame, quienes son todos esos
niños y cuáles son sus mamás. A lo que la niña comienza señalando con su dedito índice de izquierda a derecha: Esta es
la mami de Sofía, y esta es Sofi, y así sucesivamente
va nombrando a sus compañeritos (as) junto con sus madres. De repente, llega a
la figura masculina y dice esta es la mamá de
Roberto y este es Robert. La madre sorprendida, le dice:_ No hijita, será el papá de Roberto_. _No mami, responde la niña
con un gesto que denota convicción. _ Roberto tiene dos papás, pero la maestra
nos explicó que uno es su papá y el otro es su mamá...
Es indudable que
estamos viviendo tiempos en los que se exponen abiertamente temas de gran
complejidad ante los cuales los cristianos deberíamos tener una posición clara
y firme. Sin embargo, para llegar a la claridad y firmeza que son requeridas es
fundamental que no perdamos de vista nuestra posición como luz del mundo,
nuestra misión de portadores del evangelio de Cristo a toda criatura y, sobre
todo, que entendamos que sólo el amor de Dios magnificado en la cruz de Jesús
puede llegar a transformar al hombre y restablecerlo a ese diseño divino de
seres humanos hechos conforme a la imagen y semejanza de Dios.
Hemos visto como en
los últimos años el tema de la
homosexualidad ha impactado todos los niveles de nuestra sociedad. No como algo
nuevo, ya que la homosexualidad es tan antigua como lo es la humanidad, sino
como algo que se pretende imponer como natural en la formación de la familia.
Durante esta semana el mundo recibió la
noticia de la declaración del matrimonio homosexual como ley en todo el
territorio de los Estados Unidos. Así, cada vez más gobiernos aceptan y
declaran como ley el matrimonio entre personas del mismo sexo, quienes en su
mayoría, tienen el anhelo de formar una familia con hijos adoptados, creados a
través de fertilización in vitro, o a través de vientres alquilados dependiendo
del sexo de las parejas.
Como cristiana
comprendo que los sentimientos de muchas de estas personas son verdaderos y
reconozco en muchos de ellos un profundo y sincero deseo por tener una familia.
Siento una gran compasión por todas estas personas, es una compasión que me
inquieta, que me permite relacionarme con ellos sin tener ningún tipo de
rechazo. Cuando me he encontrado entre ellos, no puedo más que pensar en
aquella mujer que fue hallada en el acto mismo del adulterio y traída a Jesús
para ser apedreada. Al recordar la respuesta tan contundente de nuestro Señor
al decirle a todos los que estaban dispuestos a apedrearla que si alguno de
ellos estaba libre de pecado que lanzara la primera piedra, no puedo más que
saberme tan pecadora como cualquier otro ser humano, por lo que no es mi intención
lanzar la piedra de la condenación (Juan 8: 1-10).
Pero si, la herida
del amor, como lo señala el libro de Proverbios 27:5-6 al decir: "Mejor es reprensión manifiesta
que el amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los
besos del que aborrece". Pues, si de algo estamos careciendo es de esas
verdades que pueden causar una herida en su presentación; pero sin duda,
capaces de traer liberación y restauración para aquellos que tienen el coraje
de asumirlas. Jesús caminó entre
pecadores, se sentó a comer con
ellos, les ofreció su amistad, su
amor, pero siempre estableció claramente
su posición en contra del pecado. La vida de nuestro Salvador nos conduce a
conquistar al pecador ofreciéndole el amor de Dios; sin embargo, nos muestra
que Jesús nunca fue tímido en señalar el pecado. En muchas de sus sanidades
dijo: _Ve y no peques más; en lugar de declarar la sanidad. Lo que nos lleva a
pensar que al sanar el alma, la sanidad del cuerpo era una consecuencia.
El problema con
nosotros es que generalmente adoptamos los extremos. O demostramos una actitud
de rechazo absoluto o, actuamos con la más absoluta indiferencia, como si fuera
algo que no nos concerniera de ninguna manera. Por supuesto que si es de
nuestra preocupación; además, es nuestro deber estar dispuestos siempre de una
manera prudente, sabia y amorosa a expresar la posición de Dios respecto a la
homosexualidad. El apóstol Pablo en sus epístolas a los Romanos, los Corintios
y a su discípulo Timoteo habla claramente sobre este tema (Rom.1:25-27; I
Cor,6:10 y I Tim.1:10). Ahora bien, Pablo no solo exhorta a estas iglesias
denunciando las practicas homosexuales, sino que, como lo hizo siempre en todos
sus escritos Pablo habla de la gracia que encontramos en nuestro Señor
Jesucristo para librarnos del pecado; nos habla de su poder transformador y de
la nueva vida que podemos alcanzar en el amor de Cristo.
Nuestra actitud como
cristianos va mucho más allá de
asumir una posición para denunciar la homosexualidad, sus terribles
consecuencias en la familia y, por ende, en la sociedad. Nuestra actitud debe
ser la de los fieles discípulos de Cristo que recibieron el llamado de ser luz
del mundo y sal de la Tierra. Teniendo como principal argumento el amor de
Cristo al desear que todos los seres humanos sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad, para vivir una vida según el diseño de Dios. ¡La misión irrenunciable de llevar al
pecador a los pies de la Cruz!
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”…
Genesis 1:27-28.
Rosalía Moros de
Borregales
rosymoros@gmail.com
http://familiaconformealcorazondedios.blogspot.com/
@RosaliaMorosB
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