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El compromiso con la patria.




Existe un vínculo muy profundo con la tierra en la que nacimos, de alguna manera nos sentimos unidos a nuestro terruño; es como si el hecho de haber nacido en un lugar nos sellara con un sentimiento de pertenencia. De la misma manera que al nacer corre por nuestras venas la sangre de nuestros progenitores, así también corre por nuestro ser un manantial de sentimientos de orgullo y de amor por nuestro país. No importa donde nos encontremos, cualquier cosa que veamos o escuchemos de nuestra patria nos hace saltar el corazón.

Y así como el amor puede estar impregnado de una inmensa alegría; de la misma manera, podemos amar sintiendo una gran tristeza. Esa tristeza que proviene de los deseos y anhelos no cumplidos para la tierra que nos vio nacer. Todos lo hemos sentido, en menor o mayor intensidad; pero ninguno puede renunciar, aunque quiera, al vínculo con la patria. Pareciera, que de una manera irrevocable estamos enlazados con ella. De tal manera que el acontecer de nuestra nación nos afecta a todos y produce en nosotros más o menos felicidad.

Por lo tanto, así como estamos comprometidos con la familia en la que nacimos, y no deberíamos denigrar nunca de ella; de la misma forma deberíamos estar comprometidos con nuestro país. Y así como en una familia todos los miembros en su individualidad son importantes, pero ninguno aisladamente es una familia propiamente dicha; también en un país todos somos importantes como personas individuales, pero solamente juntos formamos ese conjunto llamado nación.

Un compromiso es una obligación adquirida legalmente o nacida del respeto, el agradecimiento u otros motivos de índole moral, pero es también una obligación que está íntimamente ligada al ejercicio de nuestros derechos. Si nuestros derechos son una consecuencia natural de nuestro estado como personas individuales que se desenvuelven en una sociedad; de la misma manera nuestros deberes también deberían tener ese carácter ineludible.

No tenemos, ni tendremos autoridad moral para criticar el destino de nuestra nación si somos ciudadanos pasivos, si somos la clase de ciudadanos que solo esperan egoístamente que un pequeño grupo les arregle la vida. Si continuamos con esa actitud obstinada de pensar que nada ni nadie satisface las exigencias de nuestro intelecto; esa otra actitud resentida de que no me interesa porque igual si no trabajo no como; aquella actitud triste de preferir lo mismo antes de arriesgarme por un mejor porvenir; o la más desventurada de todas, la actitud de los indiferentes, no tendremos jamás autoridad moral para levantar nuestra voz y reclamar nuestros derechos.

Como venezolanos tenemos el compromiso ineludible, legal y moralmente, de trabajar por nuestra nación; de aportar nuestro granito de arena con nuestros talentos, nuestra voz y el ejercicio íntegro de nuestros deberes. Una nación se construye por el esfuerzo sostenido y el trabajo digno de todos; una nación se levanta cuando sus ciudadanos entienden que para ejercer sus derechos al mismo tiempo es necesario cumplir sus deberes.
¿Estás comprometido con tu patria?
¡No hay derechos sin deberes!

Rosalía Moros de Borregales

@RosaliaMorosB



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