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CREADOS CON UN PROPOSITO

           Según el existencialismo del siglo XX, vivimos en un mundo carente de algún sentido o finalidad en sí mismo, habitamos un universo sin Dios, y solo poseemos una vida fugaz, tras la que no hay ningún más allá. Heidegger el máximo representante de esta corriente filosófica en el siglo XX expresaba: “Continuamente nos vemos obligados a encarar un más que incierto futuro tomando decisiones sin saber exactamente qué consecuencias tendrán, de ahí que nuestra existencia se vea continuamente asediada por la culpa y la ansiedad, sobre todo a la hora de afrontar la muerte”. Según él, nuestras vidas no son más que un absurdo cuyo único sentido es el que queramos darle nosotros mismos.
Y esta, es la manera como muchos han vivido, y están viviendo sus vidas, sin ningún propósito, sin un norte, sin un camino que seguir. Muchos van detrás de los apetitos de su carne, y piensan que es necesario “vivir intensamente” porque “la vida es una sola y hay que vivirla”. Otros, viven encerrados en sí mismos, a pesar de estar rodeados de millones, incapaces de establecer vínculos y compromisos con otros seres humanos, por el miedo al dolor, la decepción y la culpa o por egoísmo. Más aún, hay otros que simplemente viven la vida de un día tras otro con la tristeza y la soledad inmensa del ser humano alejado de Dios.
 ¿Realmente podría este Universo el cual continuamente nos sorprende con la perfección de su creación, ser tan solo un producto del azar? ¿O acaso, es solo la Tierra una industria productora de seres humanos con un ciclo de vida, y nada más? ¿Podría el producto de un hecho azaroso mostrar tanta inteligencia? Nuestro planeta nos muestra como en él cada ser, cada cosa, tienen en sí mismos un propósito, que se conecta con el propósito más elevado de sustentar la vida.
La verdad es que a lo largo de la historia muchos han tratado de encontrar una explicación, una respuesta a las clásicas interrogantes de: ¿Por qué estamos aquí? y ¿Para dónde vamos después de la muerte? El hombre ha tratado de erigirse a sí mismo como el máximo exponente de la creación, lo cual ciertamente es, pero alejado de la concepción de Dios. Quizás porque en la complejidad del Universo, la idea de Dios le ha parecido demasiado simple para considerarla. O quizás porque se ha sentido demasiado grande e importante en la conducción del planeta, y se ha hecho a sí mismo su propio dios, creando un caos del cual él es la principal víctima.
Sin embargo, cuando nos remitimos a la Biblia, en el Génesis y leemos como fue el proceso de la creación, vemos una y otra vez que se repite la frase: “Y vio Dios que era bueno”, y más adelante, “Y que era bueno en gran manera”. Génesis 1: 31. Sí, porque todo lo que Dios creó es real y maravillosamente bueno, pero nosotros, los seres humanos, hemos transformado muchas cosas buenas en horrores superando nuestra propia capacidad de asombro ante la maldad que hemos creado.
Ciertamente, en nuestra búsqueda hemos creído que la sencillez con que se nos presenta Dios, lo reduce y lo aleja de la complejidad de su creación. Pero Dios y su propósito para con el hombre se reducen a la sencilla historia de la cruz del calvario; en la cual un hombre llamado Jesús de Nazaret dió su vida por todos y cada uno de nosotros (Juan 3:16), y en su cuerpo llevó todos nuestros pecados; pagando con su muerte nuestra liberación (Isaías 53:5). Más aún, no solo murió sino que también resucitó (Marcos 16:6) y venció la muerte para mostrarnos su deidad, para mostrarnos la trascendencia de la vida, la cual en Dios tiene un propósito que va más allá de sí misma y nos abre la puerta de la eternidad (Juan 14:1-3)
La grandeza del conocimiento del propósito de Dios a través de su Palabra, la Biblia, es precisamente que nos libera de las cadenas que nos atan a una vida sin sentido. Porque en Dios somos todos seres especiales, creados para un propósito en su reino. Y en el reino de Dios no hay accidentes. Tú y yo estuvimos en el pensamiento de Jesús en su crucifixión y estamos hoy en el pensamiento de Dios. Tu eres valioso (a) para Dios, tu vales la sangre de su hijo Jesucristo. El te ve a través de su hijo, y en su hijo El te ama y te invita a cumplir su propósito en ti a través de su gracia.
Amo ese versículo que dice: El Señor cumplirá su propósito en mi, tu misericordia Oh Dios es para siempre, no desampares la obra de tus manos”. Y cada día de mi vida me llena de inspiración su fidelidad.  El jamás abandonará la obra de sus manos. Tan solo respetará tu libre albedrío para tomar la decisión de abrirle la puerta de tu corazón, y cuando se la abras descubrirás una vida plena, aún en medio de la aflicción del mundo, y sobre todo, sabrás que: No eres un producto del azar de la naturaleza, sino que estas aquí con un propósito que cumplir.

Rosalía Moros de Borregales



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