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ENAMORADOS POR SIEMPRE

A veces me he encontrado pensando en que maravilloso sería si siempre pudiéramos sentirnos como cuando éramos unos adolescentes y nos enamoramos; sentir esas mariposas en el estomago en la cercanía de la persona amada, levantarse cada mañana y sonreír con nosotros mismos mientras nuestros pensamientos vuelan imaginando el momento del encuentro de ese día, o recordando alguno ya vivido... De hecho, muchas veces me he encontrado diciéndole a mi esposo que extraño al adolescente que me cortejó, nuestras largas conversaciones, sus cartas, sus besos, sus abrazos.... Más egoísta o malcriadamente, le he dicho que extraño cuando yo era su universo...Y si, muchas veces anhelo ser su universo, no lo niego, es parte del amor de pareja, del matrimonio.

Todas las relaciones familiares que tenemos vienen integradas en el paquete de nuestras vidas; no las escogemos, no las decidimos. Cuando nacemos ya tenemos padres, hermanos, tíos, abuelos, primos, etc. y éstos son vínculos indisolubles. Inclusive, pueden subsistir con el amor fluyendo en una sola vía; sin embargo, con el matrimonio no sucede de esta manera.

En el matrimonio, en la mayoría de las culturas, la relación se da por una decisión propia. Somos nosotros quienes escogemos a la persona que será objeto de nuestro amor. En esta relación es indispensable que el amor fluya en ambas direcciones, pero no como he escuchado muchas veces, con el 50% de parte de cada uno. Cada día me convenzo más de que es necesario el 100%  de ambas partes para que la relación florezca, se establezca y trascienda.

Conozco a unas cuantas personas que se casaron "para toda la vida", personas que han luchado incansablemente por tener matrimonios sanos, y a pesar de sus esfuerzos han terminado en el divorcio debido a la decisión irrevocable de la pareja de cesar la relación. Si, porque de todas las relaciones humanas de familia, el matrimonio no puede permanecer en edificación si uno, solo uno de los dos, desea derribarlo. Esta relación es irrefutablemente un vínculo que se establece por la decisión de dos, y solo puede cumplir su propósito cuando los dos que lo iniciaron, deciden, cada día, mantener en edificación la relación.

Pero cómo lograr que el amor siga fluyendo de ambos lados de la autopista cuando esta relación se inició por emociones y sentimientos tan maravillosos como efímeros. Por esa explosión inusitada que funde nuestro cuerpo con nuestro corazón, a la que llamamos 'estar enamorados'. Cómo lograr que el amor que va madurando siga vistiéndose de emociones de bellos colores y de sensaciones que hagan vibrar las fibras de nuestras almas.

Pues bien, a lo largo de la vida, he ido aprendiendo que el matrimonio es lo contrario del 'enamoramiento' que vivimos cuando conocimos a nuestra pareja. En ese entonces, nos atrajimos primero, nos enamoramos después y cuando creímos que nos amábamos decidimos casarnos. En el hoy, en mi matrimonio y en tu matrimonio, decidimos cada día seguir adelante, nos comprometemos con nuestra pareja en la edificación del matrimonio, y más tarde de la familia; y luego, como por un milagro divino en el cual Dios respalda la institución más poderosa que El creó, ese compromiso se traduce en un sentimiento poderoso de amor que despliega su fuerza en toda clase de colores de emociones y sensaciones.

Testimonio de esto lo dan millones de personas en el mundo que han permanecido casados por años y años. Recuerdo en este momento una anécdota de mi padre, hablando acerca de mis abuelos: Un día, en la celebración de un aniversario de boda, mis abuelos se besaron tiernamente en la boca, y mi papá, antipático en sus bromas, les dijo que ya estaban muy viejos para la gracia, a lo que mi abuelo plácidamente le contestó: - hijo, cuando pasan los años es cada vez más sabroso -. 

¡Cuánto sabía mi abuelo de ese compromiso que se convierte en ese "eterno enamoramiento"!

Rosalía Moros de Borregales.

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